Un día llegaste 🐶
Dina. Así quiso llamarte María José (tu nombre contiene las iniciales del equipo de sus amores, Deportivo Independiente Nuestro Amor). Llegaste hace 12 años a nuestro hogar, transformando con tu presencia cada rincón de nuestra casa y cada espacio de nuestros corazones.
Una semana atrás te enfermaste. Algo te pasaba. Sin imaginar que sería nuestra última despedida, te dejé en la clínica con un abrazo que ahora desearía no haber soltado jamás. Vi tus ojos, esos ojos que siempre me entendieron sin palabras, y sentí un nudo en la garganta que intenté ignorar. Me negaba a aceptar que esa mirada tuya me estaba diciendo adiós.
Muchas personas no entenderán este dolor que ahora nos desgarra por dentro. ¿Cómo explicar el vacío que deja tu ausencia? Ya no está esa cabecita curiosa asomándose por el balcón, esperando con impaciencia nuestro regreso. La casa se siente inmensa y vacía sin el sonido de tus patitas corriendo por el pasillo. El silencio duele.
Cada viaje que emprendamos ahora tendrá el peso de tu ausencia. Ya no debo preparar tu maleta pequeña, ni buscar hoteles,
Iglesias, restaurantes que acepten mascotas, ni escuchar tus ladridos de emoción cuando veías las maletas aparecer. El asiento trasero del coche, ese que era tu territorio, se ha convertido en un espacio desolado que grita tu nombre.
Al regresar a casa, ya no estará tu recibimiento entusiasta, ese baile frenético de alegría que hacías con todo tu cuerpo, como si hubiéramos estado separados por años y no por horas. Cada regreso será ahora un recordatorio de lo que hemos perdido.
La cama y el juguete con el que jugabas siguen en el mismo lugar donde los dejaste. No me atrevo a moverlos, como si al mantenerlos ahí, una parte de ti permaneciera con nosotros. La casa está llena de esos pequeños altares involuntarios: tu cama, tu plato, tu correa colgada junto a la puerta esperando un paseo que ya no llegará.
Dina, mi fiel compañera, mi confidente silenciosa, ¿cómo se sigue adelante cuando parte de nuestro corazón se ha ido contigo? No eras "solo una mascota" como algunos dirían; eras familia, eras amor incondicional en forma de cuatro patas.
Te extrañamos con un dolor que se siente físico. Te amamos con la certeza de que el amor trasciende la presencia física. Y te recordaremos en cada atardecer, en cada rincón de esta casa que sigue guardando el eco de tu alegría.
Gracias, mi querida Dinita, por cada momento compartido, por cada consuelo silencioso, por enseñarnos que el amor más puro no necesita palabras.
Aunque ya no podamos acariciarte, tus huellas permanecen indelebles en nuestra historia, como estrellas que seguirán guiándonos aun en las noches más oscuras.
A.L
Comentarios
Publicar un comentario
Lo que se exige con respeto, con respeto se responde, lo demás simplemente se ignora. Gracias por hacer parte de quienes buscan un mundo mejor.