Miércoles de Ceniza: ¿Qué harás con el tiempo que te queda?


 

Miércoles de Ceniza: ¿Qué harás con el tiempo que te queda?


En este año jubilar de la esperanza, el Miércoles de Ceniza nos invita a un viaje transformador de introspección y conversión. La santa ceniza, más allá de ser un mero símbolo, es un gesto litúrgico que nos recuerda nuestra condición humana fundamental: "Memento homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris" (Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás).


La ceniza no es un sacramento,  es un rito penitencial profundamente significativo que nos invita a la reflexión y al arrepentimiento. No nos otorga gracia por sí misma, sino que nos llama a una conversión radical, despojándonos del espejismo de la autosuficiencia y reconociendo nuestra fragilidad inherente.


Los sacramentos, en contraste, son verdaderas fuentes de vida divina que nos elevan más allá de nuestra condición terrena. El Bautismo nos regenera como hijos de Dios, borrando el pecado original y dándonos una nueva identidad en Cristo. La Confirmación nos fortalece con el Espíritu Santo, convirtiéndonos en testigos valientes del Evangelio. La Penitencia nos ofrece la misericordia de la reconciliación, restaurando nuestra relación con Dios y la comunidad.


La Eucaristía nos nutre con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, alimentando nuestra vida espiritual y uniéndonos íntimamente al misterio de la Redención. La Unción de los Enfermos nos consuela y fortalece en la vulnerabilidad, manifestando la ternura de Dios en el sufrimiento. El Orden Sacerdotal consagra ministros para guiar y santificar al Pueblo de Dios. El Matrimonio eleva la unión conyugal a un signo sagrado del amor de Cristo por la Iglesia.


La ceniza, entonces, no es un fin, sino un medio. Es una invitación a reconocer nuestra limitación, a despojarnos del egoísmo, a vestir la compasión, a redescubrir nuestra vocación trascendente. Es el punto de partida de un camino de conversión, no la meta final. Nos impulsa desde la conciencia de nuestra fragilidad hacia la plenitud de la gracia.


En este desierto cuaresmal, la ceniza marca el inicio de un itinerario espiritual. No nos detiene en la contemplación de nuestra miseria, sino que nos lanza hacia la esperanza pascual. Caminamos desde el polvo hacia la resurrección, desde la muerte hacia la vida.


Y ahora, mientras la ceniza se desvanece sobre tu frente, resuena la pregunta fundamental: ¿Qué harás con el tiempo que te queda entre el polvo del que viniste y el polvo al que volverás?


La respuesta no está en la ceniza misma, sino en la gracia que nos impulsa más allá de ella, en la conversión profunda que nos acerca a Dios.


Omar A. Bedoya G.

@omantoni1

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