EL PRÉSTAMO DE LA MENTIRA

 


 El Préstamo de la Mentira


"Cuando destruyas la vida de alguien con mentiras, tómalo como un préstamo y te será devuelto con intereses."


En el camino de la vida nos hemos encontrado con dos clases de personas, por un lado están  seres maravillosos, personas con esa capacidad intrínseca de velar por el bien de los demás, e incluso en ocasiones nos parecen demasiado fuertes cuando al llamar nuestra atención,  tratando de sacar lo mejor de nosotros, nos hacen sufrir, sufrimiento que se convierte en medicina y bálsamo de nuestros errores y pecados, pero por otro lado también nos hemos encontrado sanedrines y autoproclamados maestros de la moral, la ley  y la fe, aquellos que se proclaman conocedores de Dios que mientras tejen redes de falsedad se convierten en veneno  peligroso que se vierte en las copas de banquetes con las que nos engañan con una falsa amistad. Sus desafortunadas manos sostienen textos sagrados y con lenguas que destilan veneno, construyen imperios sobre los escombros de reputaciones ajenas.


La hipocresía es su traje de gala. Son tan así que no tienen la capacidad de hacerlo por ellos mismos, encuentran idiotas útiles que les hacen el trabajo sucio, pues están muy ocupados hablado  de amor divino,  mientras asesinan caracteres con precisión quirúrgica. Sonríen públicamente en los templos y en grupos de aparente apostolado, mientras que en silencio y solapada oscuridad, con sus palabras cortan como dagas en la oscuridad la reputación de alguien que necesita no del martillo acusador del juez, sino la caridad Padre Bueno que corrige, ama  y comprende. 


¿Acaso olvidan que el mismo Dios al que invocan advirtió: "No darás falso testimonio contra tu prójimo" (Éxodo 20:16)? ¿O que "seis cosas aborrece  el Señor... la lengua mentirosa" (Proverbios 6:16-17)?


La justicia divina no conoce privilegios. No importa cuántos versículos memorices o cuántas veces te arrodilles en oración. El universo guarda registro de cada palabra falsa, de cada reputación destrozada, de cada vida arruinada por tu lengua viperina.


Cuando usas el nombre de Dios para justificar tus calumnias, no engañas a nadie excepto a ti mismo. "Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará" (Gálatas 6:7).


Es muy recomendable  para quienes creemos que algún día “todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios”, saber que la mentira es una deuda, no un arma. Y como toda deuda, exige su pago completo. Con intereses.


Quizás hoy te sientas poderoso o poderosa, viendo caer a quien difamaste. Disfruta ese momento; aunque  sea efímero. Pues el mismo Salmo que recitas los domingos advierte: "El que calumnia en secreto a su prójimo, yo lo destruiré" (Salmo 101:5).


La verdad, a diferencia de tus mentiras, tiene paciencia infinita. Espera su momento. Y cuando llegue, recordarás estas palabras mientras contemplas cómo se derrumba tu propia vida bajo el peso de la misma moneda que arrojaste contra otros.​​​​​

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Afortunadamente creemos, seguimos y esperamos en un Dios misericordioso, ubiquémonos en el calvario y al pie de la Cruz, supliquemos  al Señor de la Misericordia que “no nos tenga en cuenta este pecado” 

Es mejor estar en el paraíso de Dios y no en el incompetente y letal tribunal legislado por los hombres. 

Omar A bedoya 

@omantoni1 

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