Leviatán sin fuerza: el fracaso del paro nacional convocado por Petro
El gobierno de Gustavo Petro ha mostrado una faceta claramente hobbesiana en su manejo del paro nacional del 28 y 29 de mayo de 2025. En un intento por convocar a una movilización masiva que respaldara sus reformas sociales y la consulta popular, el Ejecutivo terminó enfrentando un fracaso rotundo que evidencia la fragilidad del control estatal y la desconexión con la realidad social.
Desde una perspectiva hobbesiana, el Estado debe ejercer un poder absoluto para garantizar el orden y la paz; sin embargo, en este caso, el gobierno intentó imponer una convocatoria a la movilización social, un instrumento que tradicionalmente se utiliza para presionar al poder, no para reforzarlo. La contradicción fue evidente: Petro, a través de sus ministros, impulsó el paro y luego negó su convocatoria, tratando de deslindar responsabilidades ante la baja participación y el evidente desgaste de apoyo popular.
El paro, convocado por sindicatos y centrales obreras afines al gobierno, pretendía mostrar músculo político tras el hundimiento de reformas clave en el Congreso, pero la realidad fue otra. La asistencia fue baja, las calles no se llenaron y el sector productivo siguió operando con normalidad, lo que desnudó un gobierno incapaz de consolidar un poder efectivo sobre la sociedad y sus propios aliados.
Este episodio revela una paradoja hobbesiana: el Estado que busca imponer su voluntad mediante el control social y la movilización forzada termina exhibiendo su debilidad cuando la sociedad no responde ni obedece. El fracaso del paro nacional no solo es un golpe político para Petro, sino un síntoma claro de que el Leviatán que pretende ser no logra ni siquiera convocar a su propia gente.
Frente a esta realidad, queda claro que un gobierno hobbesiano no se construye con convocatorias fallidas ni con discursos contradictorios, sino con autoridad legítima y capacidad real de mando. Y en este caso, el gobierno de Gustavo Petro ha demostrado que su poder es más apariencia que sustancia.
En Colombia, el Leviatán no ruge; apenas susurra y se desmorona.
Omar Antonio Bedoya G.
@omantoni1
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