"¿Qué están dispuestos a darme, si se lo entrego?». Mateo 26,15

Por tradición, convicción y sobre todo por fe, hemos iniciado la Semana Santa en la que muchos cristianos celebramos la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor. Siempre con intención de cambio. 

Reflexionando en san Mateo 26,15 , me causa un fuerte impacto las palabras que en aquel momento segado por razones que confundían el corazón, judas pronuncia frente a quienes buscaban cualquier pretexto  para condenar a quien encarnaba la verdad, verdad que no podía soportar un corazón ocupado por el engaño:  «¿Qué están dispuestos a darme, si se  lo entrego?»

Desde varios frentes podría hoy reflexionar en esta lapidaria propuesta que llevaría a la muerte a Jesús. Lo haré desde dos ángulos: la Iglesia y el estado.

Muchos cristianos que golpean su pecho y otros tantos que se hacen dueños de la verdad y en no pocas ocasiones la fe de los fieles, están dispuestos a entregar a Jesús si a cambio reciben lo que en realidad siempre ha buscado su corazón.
Hay quienes desde el sagrado altar del sacrificio están dispuestos a empeñar lo que predican si a cambio reciben las dádivas que su inteligencia y su fe jamás les podría ofrecer, es muy grave utilizar el evangelio para la traición. Muchos deberían aprovechar el enorme privilegio que la vida, el azar o la vocación les brindó para que busquen, asuman y compartan a quien es la única verdad, la salvación del mundo. Aun están a tiempo de salvar sus almas" lo que han de hacer háganlo  pronto" que al final de esta Semana Santa estén no en el lugar de la calavera sino al pie del sepulcro vacío para proclamar que El esta vivo. 

No pocos desde el servicio público, haciendo uso del privilegio que el sistema político les ofrece, en distintos momentos han traicionado la confianza que el pueblo les brinda, incumpliendo promesas y entregando por las mismas treinta monedas el honor de la democracia y de la patria. 
Presenciamos con dolor como se acomoda según el capricho y la necesidad del político las sagradas leyes que rigen nuestra constitución haciendo vulnerable la vida y permitiendo acomodar en el lugar de señores a quienes el solo nombre les queda grande.

En Colombia se está negociando La Paz, (como si esto fuera posible) la paz solo puede nacer en un corazón puro, y quienes están sentados en la mesa de la Habana solo saben sembrar el terror en nombre de la libertad. La paz tiene su fundamento en la naturaleza misma del ser humano.

Proclamamos que la paz sólo es posible como obra de la justicia. Ninguna sociedad tendrá futuro si se asienta sobre una injusticia estructural e histórica, como la nuestra. Lo básico de la idea de la justicia es esta afirmación, «verdadera declaración de amor a la humanidad»: para cada uno, según sus necesidades (físicas, psicológicas, culturales y espirituales), y de cada uno, según sus capacidades (físicas, intelectuales y morales). En ese sentido la justicia presupone la igual dignidad de todos y la búsqueda del bien común definido por el papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris (1963) como «el conjunto de las condiciones de vida que permitan y favorezcan el desarrollo integral de la persona humana».
Dar primacía al paradigma del cuidado y mantener bajo severa vigilancia el de la conquista hará posible la paz y la concordia entre las personas y en la sociedad mundial. (L Boff 2007)
 Los pobres, los campesinos y La Paz no solo han sido su mejor pretexto sino su mejor negocio. Por un lado el gobierno y por otro los terroristas dicen mutuamente ¿qué están dispuestos a darme si les entrego La Paz?  Ninguno de los dos la tiene ni la conoce, por lo tanto ninguno la puede ofrecer.  


Necesitamos hacer revoluciones moleculares (Gatarri), comenzando por nosotros mismos: establecer como proyecto personal y colectivo la paz como método y como meta, una paz resultante de los valores de cooperación, de cuidado, de compasión y de amorosidad vividos cotidianamente.

Es de noche: en la calle y en el corazón de la patria. Señor, salva nuestra nación, líbranos de caer en las manos de tantos traidores ¡Líbranos de apartarnos a ciegas de ti, que eres la luz del mundo y de mi vida. Amen. 

Que Dios nos bendiga.


Omar Antonio Bedoya Gaviria.
@omantoni1

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