La Sabiduría del Desapego
Hay amores que son carreras en solitario. Sprints desesperados hacia alguien que permanece inmóvil, observando con indiferencia nuestro jadeo, nuestra entrega, nuestro desgaste. Corremos con el corazón en la garganta mientras ellos ni siquiera levantan los pies del suelo por nosotros.
La verdad duele, pero también libera: no todos merecen el esfuerzo que depositamos en ellos. No toda distancia debe ser acortada por nosotros. Hay silencios que hablan más claro que mil palabras, y hay quietudes que son sentencias definitivas. Cuando alguien puede vivir perfectamente sin darnos un paso, sin tender un puente, sin acortar la brecha que nos separa, está comunicando algo que nos negamos a escuchar: que no somos prioridad, que no somos urgencia, que no somos necesidad.
El amor real, el auténtico, es un baile de dos. Una reciprocidad donde ambos se mueven, donde ambos cierran distancias, donde el esfuerzo fluye en doble sentido como un río que alimenta ambas orillas. No es una persecución agotadora donde uno huye y otro suplica. No es un monólogo disfrazado de diálogo.
Detenerse no es rendirse; es recuperar la dignidad. Es entender que tu energía, tu tiempo, tu corazón son tesoros demasiado valiosos para derramarlos en terreno baldío. Es comprender que quien realmente te quiere en su vida, caminará hacia ti, correrá si es necesario, moverá montañas con tal de no perderte.
Así que detente. Respira. Mira a tu alrededor y descubre cuánta vida has dejado pasar mientras perseguías a un fantasma. Reconoce a quienes sí caminan a tu lado, a quienes aceleran el paso cuando te ven llegar, a quienes nunca te obligaron a demostrar nada porque ya sabían cuánto valías.
Tu amor no es una limosna que debes repartir entre quienes te desprecian: es un reino, y sólo merece entrar quien esté dispuesto a cuidarlo como si fuera suyo.
@omantoni1
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Lo que se exige con respeto, con respeto se responde, lo demás simplemente se ignora. Gracias por hacer parte de quienes buscan un mundo mejor.