Llegará un día en que nuestros hijos, llenos de vergüenza, recordarán estos días extraños en los que la honestidad más simple era calificada de coraje.

A través de las redes sociales se hace viral aquel joven desempleado que al encontrase una buena cantidad de dinero no se le ocurre algo distinto que devolver a su propietario descuidado u olvidadizo el dinero que le correspondía o el taxista que busca al pasajero que olvidó el paquete con 10 millones de pesos...esto en realidad tendría que ser normal en una sociedad normal donde la honestidad sea un valor normal. 

Ayer, al escuchar las grabaciones en las que se compromete al exgerente de la campaña política 2010 y 2014 Roberto Prieto con Juan Manuel Santos y otros integrantes del cartel presidencial por corrupción de Odebrecht me llena de una inmensa preocupación. La preocupación no es por el comportamiento sesgado de estos delincuentes sino por la actitud impasible y hasta cómplice de un sistema judicial, de una clase política y de una sociedad que se acostumbra a vivir en medio de este repugnante y nauseabundo comportamiento moral.

Parece ser que la deshonestidad no hay que reprocharla ni castigarla por la cuestión en sí misma, sino por quien denuncia y reclama. Muy mal le tiene que ir a una sociedad cuando la radicalización ha cegado a un nivel tan lamentable la luz y la verdad. (Para comprobar esto sol hay que meterse un rato y leer comentarios en las redes sociales).

En nombre de nuestros niños y de un futuro que no merece este corrupto presente, le hago un llamado a la sociedad y a lo que queda de justicia para que hagamos lo que tengamos que hacer de tal modo que nuestra descendencia con el valor de la honestidad inmarcesible como principio fundamental tenga la luminiscencia y la bonhomía  para que como humanidad acendrada llegue a ser lo que siempre debimos ser y la resilencia a lo que es éticamente correcto sea una palabra innombrable del pasado. Que nuestros hijos, llenos de vergüenza, recuerden estos días extraños en los que la honestidad más simple era calificada de coraje.

Espero que mi hija y mis nietos puedan vivir en un país sin delincuentes ocupando el solio de Bolivar, sin criminales en el estrado de Santander, sin jueces injustos ostentando ser Hipérides y sin ciudadanos impávidos ocupando sólo un espacio de alguna “patria boba”.

Espero que el cartel delincuente en mención, reciba todo el peso de la justicia para que se marque un precedente letal de tal forma que los futuros presidentes; legisladores, clase política, jueces y sociedad no quiera ser como esta.

“Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y reconocer sus errores”. (Benjamin Franklin) no se si será mucho pedirle esto presidente Santos e implicados en el caso Odebrecht.

Omar Antonio Bedoya Gaviria 
@omantoni1


8/07/2018

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