CUANDO SE GANA PERDIENDO
Treinta y siete días de
resistencia ha vivido el país en el que unos ciudadanos sin la más mínima
compasión violando derechos fundamentales como la vida, el trabajo y la libre
circulación, bajo pretexto de ser los representantes de más de 50 millones de
ciudadanos que en ningún momento le dieron esa vocería, han tenido en suspenso
y terror a toda una nación que en ocasiones parece debilitarse frente a esa
minoría. La tal mesa de negociación nadie sabe quiénes son, qué quieren, qué
piden y porqué lo piden. Mas parece una subasta con sobre cerrado en el que
todos se creen con el único derecho de controlar la nación.
Escuchar a los protagonistas
da escalofrío de patria. A demás de inconstitucional es repudiable que la vida
de dos bebes muertos en bloqueos, policías asesinados por delincuentes,
infraestructura que por años con dineros del pueblo trajo progreso, alimentos
retenidos, jóvenes asesinados, desprestigio de las instituciones, vandalismo y
ruina de comerciantes, pequeños y
grandes empresas, odio a inversión de capital extranjero; contagios masivos de
COVID; todo eso sea validado bajo pretexto que “el fin justifica los medios”,
esto bajo ningún punto de vista debe ser aceptado por una sociedad decente.
Bienvenida la protesta social, bienvenidos todas las propuestas que inviten a la
transformación de un mejor país, pero para eso existe la democracia, son las
urnas la mejor protesta social, es el congreso, la presidencia, las
gobernaciones, las asambleas departamentales, las alcaldías y los concejos
municipales, los mejores escenarios para que se dé el cambio. No es el
totalitarismo salvaje del terrorismo, la destrucción o el vandalismo los medios
con los que se deba imponer lo que cada uno piense que está mal. No podemos
caer en la demagogia romántica de quienes utilizando el lenguaje de: pueblo,
igualdad, primera línea, resistencia, equidad, odio de clases, solo quieren
sembrar división y pobreza. Ellos saben perfectamente que su método mentiroso y
falaz los posicionaría como los nuevos ricos a costa del sufrimiento de los más
pobres. El discurso hacia los pobres es el mejor método que los solapados
tienen para terminar de explotarlos. Estoy seguro que un voto inteligente,
pausado, sin rabia ni extremismo podría ser la oportunidad para que nuestro
país cambie y sea el lugar en el que nosotros y lo más importante, nuestros
hijos deseamos vivir. Debemos pensar en un país con instituciones sólidas, con
justicia clara, con oportunidades para todos. Un país en el que la Familia sea
considerada columna y célula de la sociedad, en el que los niños puedan
vislumbrar un lindo horizonte, donde los jóvenes asuman su rol como
protagonistas de una nueva sociedad, un país en el que los padres de familia
sientan confianza en el presente y un lugar en el que los viejos puedan sentir
la satisfacción y la alegría del deber cumplido. Es decir, una Colombia en el
que quienes vivimos en ella no nos queramos ir y los que se fueron siempre
deseen regresar. Estoy seguro que este paraíso entre todos lo podemos construir.
Por lo tanto, aunque es verdad
que el paro le hizo y hace mucho daño al país, también es verdad que abrimos
los ojos y nos dimos cuenta quienes son los autoproclamados mesías de la
política putrefacta generadores de odio y división, por quien un ciudadano de
bien nunca debe votar. Es decir, GANAMOS PERDIENDO
Que viva mi país libre,
soberano y democrático.
Ñapa: no cambiemos el gobierno
del pueblo (democracia) por el gobierno de la muchedumbre (oclocracia), poder
de la turba, degeneración de la democracia. Allí nos quieren conducir unos
pocos violentos que dan la apariencia de muchos.
Omar A. Bedoya G
@omantoni1
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