MERETRICES DE LA POLÍTICA

Asistimos por estos días a un espectáculo, necesario por cierto, de la cuestión política, conocemos más de cerca a personajes muchos de ellos desconocidos que se presentan al escenario público para ser elegidos como los futuros gobernantes de nuestro territorio. Hemos presenciado los más osados programas de gobierno en el que nuevamente todos los aspirantes tienen en su haber la varita mágica con la cual resolverán absolutamente todos, no casi todos, sino todos los problemas de nuestras comunidades en caso de ser elegidos. Vemos por estos días una gran cantidad de “buenos cuídanos” dando la milla extra, sin salario, solo por “amor” a una causa política, trabajando día y noche esperando que el 27 de octubre re su patrón político pueda alcanzar tan anhelado ministerio. Hemos sido testigos de alianzas impensables y se vislumbran otras tantas fuera de cualquier cálculo ético, todos ellos hacen el “sacrificio de inmolación” porque según cuentan, el amor incondicional por su terruño así lo exige, no han de faltar los incautos que crean tanta estupidez junta. 

Me encontré con un escrito de Marcos Raitman titulado “Las meretrices de la política, y aunque ideológicamente estemos en orillas diferentes, me pareció interesante quererlo compartir con ustedes. El texto  nos habla de una realidad que aunque la conocemos nos negamos a aceptar. Me gustaría  que este escrito rebotara en la cara, pero sobre todo en la conciencia de quienes se sientan identificados con “las meretrices” a quienes desde ya les pido disculpas por compararlos con esta clase de especímenes que tanto daño le hacen al progreso de nuestro país. Quizás encuentres en el escrito algunos doblajes los cuales quise aplicarlos a nuestra realidad local y nacional. 

“Si miembros de la élite política, gobernante o en la oposición, son capaces de renunciar a su responsabilidad de servicio público y venderse a cambio de dinero, honor o reconocimiento social, su acción no difiere de quienes comercian con su cuerpo. La disimilitud entre prostituirse y corromperse reside en el fin de la acción. La corrupción política se construye extramuros y no conlleva, en la mayoría de los casos, un beneficio personal. Son los partidos, las empresas o los gobiernos quienes se benefician de ella. 
Ejercer la prostitución política, en cambio, trae consigo convertirse en mercancía. Ofertarse y ser deseado, su práctica no ataca la credibilidad de instituciones y organismos donde se desarrolla. La voz del diccionario de uso del español de María Moliner la concibe como “Aun empleo deshonroso de cargo o autoridad”; por ejemplo, obteniendo provecho ilícito de ellos o sirviendo intereses mezquinos. Hacer alguien uso deshonroso de cualquier cosa que posee y que en si es noble, vendiéndola o envileciendola: prostituir su inteligencia. 
La prostitución política no esta exenta de las reglas que posee su par, la prostitución sexual. Es ante todo, un acto de compra y venta sometido a la lógica del mercado. Su referente es la seducción y la libido. Solo que en este caso, el deseo no se activa con el uso de ligueros, tacones, faldas cortas, musculatura exuberante o tamaño de los miembros. Para prostituirse políticamente hay que mostrarse cínico, nihilista, falto de ética, mentiroso, plutócrata y desde luego no tener escrúpulos. Los reconocemos por sus actos. Se prestan para cualquier servicio, día y noche. No descansan nunca. Declaran guerras, crisis diplomáticas, familiares,  comercian con su voto y renuncian voluntariamente a su dignidad a cambio de efímeros momentos de gloria. Venden al mejor postor la soberanía nacional, la memoria histórica, cualquier cosa que se les solicite. Una vez prostituidos gozan con ser requeridos continuamente. Se consideran el o la mas deseada del burdel. Por ello se vanaglorian de ser cuota política  a las órdenes del cabrón. Y de vez en cuando de ser el o la favorita. Pero no dejan de ser meretrices de la política. Por su singularidad las encontramos en todo el espectro ideológico. 
En esta sociedad donde prima la economía de mercado, el ejercicio libre profesional de prostitutas y prostitutos no puede considerarse un acto reprochable. La condena la guardamos para los casos y circunstancias donde existe violencia física y psíquica. El juicio moral lo establecemos cuando se trata de trabajo esclavo y de proxenetas, donde asistimos a la degradación de hombres y mujeres, niños y niñas, destinados a satisfacer un turismo sexual para los beneficiados de un capitalismo sin fronteras. 

La prostitución política la podemos identificar como una practica hipócrita. Es una doble moral alejada de los principios éticos sobre los cuales se fundamenta el quehacer de nuestra “República”. Prostituirse políticamente es ofertar un producto que no pertenece al meretriz. Hablamos de bienes públicos, de riquezas naturales, de fuentes energéticas, de decisiones soberanas, de votos, de acervo cultural, de independencia. Sin embargo, para quines deciden prostituirse en la política, nada escapa a la compra y venta. Mientras se sea ministro, diputado, senador, jefe de gobierno, secretario, jefe de alguna dependencia  puede uno jugar y dilapidar el patrimonio de un pueblo o una nación. Resulta curioso constatar que su práctica se extiende de manera generalizada comprometiendo a una proporción no despreciable de las élites en el poder.

Ahora, cuando “existe la posibilidad de un nuevo gobierno desde gobernaciones, asambleas departamentales, alcaldías y concejos municipales”, se asoman nuevas y viejas meretrices que se disputan el ser la mas consentida y la mejor pagada. En este despropósito y sin ningún rubor han decidido despojarse de las reticencias morales que aún guardaban y muestran su desnudez sin ambages esperando que se les llame para cumplir su trabajo. No estamos en presencia de una violación, estamos asistiendo a un alumbramiento de un orden donde se pide con fuerza el rol de sumiso y obediente. Papel que acaba con cualquier vestigio de dignidad política. Nada puede haber mas abyecto en política que desear prostituirse con la finalidad de destruir una “democracia“.”.

Bendita sea la democracia. Bienvenidos sean los nuevos políticos al ruedo de nuestra nación, sean llenos de gracia quienes se sienten llamados por vocación a servir desde la cosa pública, sean ensalzados quienes desde el nido político  trabajan como hormigas sin salario,  esperando un nuevo país; sean colmadas las esperanzas de tantos ciudadanos que escuchan con  fervor los distintos  programas de gobierno con el cual aspiran vivir en un mundo mejor... pero si todo lo anterior no pasa, sigamos participando y no dejemos de buscar al nuevo José de Egipto, que de una vez por todas ponga fin a nuestra hambre y sequía. Eso si, tenemos que desterrar de nuestros escenarios a los y  las meretrices que tanto horror le han causado a nuestra patria, identifiquemos “la casa del bombillo” donde habitan y no les hagamos merecedores de un solo voto. Lo peor que nos puede pasar es cansarnos y permitir que los mismos nos continúen estafando posando de doncellas cuando en realidad han sido los causantes de tan desastrosa prostitución.

Opinión Política de San José. 

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